Empecemos por el principio. El desayuno, bien. Hasta hamburguesitas, biscuits y gravy. Ya os dije que si hay ketchup, la cosa mejora.
Los biscuits son unos panecillos pequeños y no muy tiernos, tipo panecillo inglés, a los que le echan el gravy por encima, una especie de puré de patatas más líquido y especiado. Justo hoy que ando falto de material, no le he hecho foto.
También tienen dos tipos de líquido para hacerte el gofre: el normal y de fresa. Además, el gofre sale con la forma de Texas. Eso no hace que esté más bueno, pero como guiris que somos, hay que disfrutar de estas cosas.
Cargamos a Alan y nos vamos de Texas. Por el camino intentamos encontrar alguna tienda de souvenirs o algo que ponga Texas... pero nada de nada.
Llegamos hasta la frontera con New Mexico y nos hacemos las fotos de rigor con los carteles.
Y después... carretera. Recta. Larga. Interminable. Aburrida.
El paisaje es plano. La autopista está poco transitada. Aquí se puede ir a 75 millas por hora (120km/h) pero como en 3 horas conduciendo no hemos visto ni una curva, pues te aburres igual.
La verdad es que es peligroso. Te relajas tanto que dejas de prestar atención a la carretera. Te aburres y te entra el sueño. Como no hay nadie y todos van a la misma velocidad, no hay adelantamientos. O si los hay, son eternos, porque uno va a 75mph y el otro a 76.
Decidimos comer en New Mexico... y casi nos lo pasamos entero. Kilómetros y kilómetros (millas y millas) sin que haya nada. Hay más ambiente en los Monegros. Así que cuando vemos un restaurante, ni nos lo pensamos. A por él.
Después del filetazo que me he ganado por conducir, siento que voy a tener que hibernar tres meses para hacer la digestión, como las boas constrictor.
Se nota que aquí hay una enorme presencia hispana. Hay muchísimos cárteles en español y mucha gente hablándolo. Hasta la estética de vestir es muy "mexicana". Cosa que no entiendo, porque estamos en Nuevo México, no en México. No veo yo a la gente de New York vestidos de jamón dulce... Las botas tienen más punta que el zapato de un novio rumano.
Los nombres de las ciudades son también hispanos: Ratón, Huérfano, Trinidad... ¡Hasta tengo una carretera, como Billy Yates!
Entramos en Colorado (últimas fotos con los carteles de cambio de estado) y el paisaje empieza a enseñarnos de lejos las montañas. Pero de lejos. Nada de curvas. Seguimos viajando en dos dimensiones. Estoy deseando que alguien me pregunte por una dirección para decirle "todo recto".
Y llegamos a Colorado Springs, ya de noche. Lo justo para ir a un Walmart próximo a por algo de cena. Por cierto, he descubierto que venden comida preparada y me llevo un pollo a la naranja que no está nada mal.
Es un buen momento para rehacer la maleta y acondicionar un poco todo, que con lo de cambiar a diario de hotel anda todo revuelto.
Mañana, más.
Juan Carlos
Estarem atents a les noves noticies.
ResponderEliminarGràcies! Si poses el nom, sabrem qui ets...
EliminarLa carretera d'avui hagués sigut perfecte per tenir el cotxe autonom de Tesla... Ja sabeu per al pròxim viatge als USA ;-)
ResponderEliminarEl que diuen, carretera i manta. A descansar que volem veure les muntanyes.
ResponderEliminarÉs la pega dels països tan grans, algun dia et trobes amb aquestes grans rectes que no s'acaben mai i sense res.
ResponderEliminarDemà més, hehe.
Ramon i Lluïsa
Eiiii tens una carretera!!! almenys has trobat una cosa interessant en aquest camí tant recte... jejeje
ResponderEliminarCarol